Cuando viene un hermanit@ nuev@ a la familia, siempre tenemos que contar con diferentes reacciones por parte del niñ@, según su carácter y las circunstancias que le rodean.

Oímos hablar del síndrome del “ Príncipe destronado” , que tiene que ver lógicamente con la aparición de los celos hacia el recién llegado, entre otras cosas porque necesariamente hay que introducir cambios en el ámbito familiar que son necesarios, y que afectan a la redistribución del tiempo y de los cuidados y atenciones  hacia ambos, que ahora hay que aprender a compartir. Pasar de recibir toda la atención de los padres a tener que compartirla no es fácil, a la vez que pasar de ser el único niño de la casa, a ser el hermano mayor, que por cierto de momento no tiene muchas ventajas.

Desde este punto de vista, desde la perspectiva del niño, nos es más fácil comprender que los celos son un sentimiento natural, que todos experimentamos.  Es un proceso natural de adaptación y maduración en la evolución normal de los niños, lo que ocurre es que ellos todavía no han aprendido a gestionarlo ni a expresarlo de forma adecuada y ahí es donde nuestro papel como padres puede ayudarlos mucho.

En ese momento se ha de entender que la figura  a disputar suele ser la mamá.

El niño vive la nueva situación en sintonía total y absoluta con su cuidador habitual, mamá o papá. Si su mamá esta angustiada, el niño está angustiado; si nerviosa, el niño nervioso; si segura el niño tranquilo.

El niño, en sus paseos constantes por los interiores de su mamá deberá descubrir una mamá tranquila que no sufre por este hijo que se hace mayor, porque hacerse mayor significa adaptarse a vivir con la frustración: en ese momento el niño va madurando.

Ha de entenderse que cada hijo/a para crecer deberá sentirse como único en algún momento. Mamá le deberá dedicar un tiempo en exclusividad  como antes de nacer el hermano/a y haciéndole participar, sentirse útil y familiarizarse con la nueva situación.

El niño puede realizar  llamadas de atención , regresiones, o incluso agresión hacia el bebé o los padres. Sus manifestaciones pueden ser quejas físicas, alteraciones del sueño o de la ingesta, enuresis, llanto fácil sin motivo aparente, mala conducta, expresar miedos, solicitar todo el tiempo la atención de los papás, mostrarse inquieto o excesivamente sensible….

¿Qué podemos hacer para facilitarles este momento?

  • En primer lugar no debemos enfadarnos con él por manifestar celos, debemos permitir que exprese sus sentimientos, incluso mediante juegos o dibujos.
  • Es importante seguir dedicándole un espacio en exclusividad, explicarle que los papás lo van a querer igual, debe ir percibiendo que es posible compartir esa atención pero que el sigue teniendo “ su momento” para él solo, y hacer que se sienta valorado y protagonista, que ese privilegio de ser el único en algún momento lo sigue teniendo .
  • Anticiparle lo que va a ocurrir antes de que nazca, a través de cuentos, con fotos de cuando él era bebé y las ventajas de tener un hermanito.
  • Es esencial crear un buen clima entre ellos, a través de expresiones positivas, como “que bien lo cuidas”, “ se nota que le encanta estar contigo”, “que suerte tiene de que tú seas su hermano mayor”… e integrarlo en los cuidados del bebé, como ponerle crema en los pies, ayudar a bañarlo y contárselo a los demás, sintiéndonos orgullosos de él….
  • Explicarle las ventajas de ser el hermanito mayor, las cosas que ya puede hacer el solo.
  • Cuanto más parecidas sigan las rutinas y horarios que ya tenía establecidos mejor, esto supone menos cambios para él y por lo tanto facilitará el proceso.
  • Lo que debemos evitar es hacer coincidir este momento con otros cambios importantes como empezar a llevarlo a la escuela infantil, es mucho mejor hacerlo unos meses antes para que no perciba que ante el nacimiento del hermano lo desplazamos.
  • También es importante que haya aprendido a dormir solito en su habitación al menos unos meses antes del nacimiento del hermanito, por el mismo motivo, si lo sacamos cuando nace el bebé,  puede sentirse desplazado.
  • Nuestros amigos y familiares también pueden ayudarnos en esta tarea, centrando la atención en el hermano mayor y no tanto en el bebé
  • Por último es importante asumir que puede manifestar regresiones, en conductas que ya considerábamos superadas, sobre todo en las que afectan al sueño y a la comida, volver a demandar el chupete, o hacernos pipí encima cuando ya controlaba esfínteres perfectamente, y no debemos castigar esas conductas, si reconducirlas, pero con paciencia entendiéndolas como una manifestación de un sentimiento normal de querer llamar nuestra atención.